y tenía los ojos verdes, la chica de quien la historia les cuento, pero no llevaba el color de la esperanza en su corazón. de la cabeza ondeaban hasta las espaldas sus ideas sin dirección cierta todavía convictas. y su sonrisa, su sonrisa era el alma saliendo por la boca. si caminaba sus pies no tocaban el suelo y esa es la única cosa no dudosa que digo: creció en medio del silencio de un cielo negro y estrellado (con las estrellas creo que ha aprendido a sonreír, ya que sólo las estrellas tienen alma) y la luz del día la hacia cerrar los ojos porque todo era tan claro que no soportaba el dolor. vivió sonámbula con la noche sus sueños más dulces mientras olvidaba el sol y todo aquello que nunca conoció. se despertó en un atardecer lluvioso y se hizo curiosa: no le bastaban más el sonido duro sobre su tejado, ni estirar la mano por la ventana y tocar el agua fría, ni mismo el olor de la tierra mojada, ni nada. por eso no tuvo miedo. “me ha llegado la hora de ver”, pensó. cuando sus ojos miraron el mundo - la primera vez fue como la ultima - entonces todo se apagó para siempre.
martes, 19 de mayo de 2009
vítrea
y tenía los ojos verdes, la chica de quien la historia les cuento, pero no llevaba el color de la esperanza en su corazón. de la cabeza ondeaban hasta las espaldas sus ideas sin dirección cierta todavía convictas. y su sonrisa, su sonrisa era el alma saliendo por la boca. si caminaba sus pies no tocaban el suelo y esa es la única cosa no dudosa que digo: creció en medio del silencio de un cielo negro y estrellado (con las estrellas creo que ha aprendido a sonreír, ya que sólo las estrellas tienen alma) y la luz del día la hacia cerrar los ojos porque todo era tan claro que no soportaba el dolor. vivió sonámbula con la noche sus sueños más dulces mientras olvidaba el sol y todo aquello que nunca conoció. se despertó en un atardecer lluvioso y se hizo curiosa: no le bastaban más el sonido duro sobre su tejado, ni estirar la mano por la ventana y tocar el agua fría, ni mismo el olor de la tierra mojada, ni nada. por eso no tuvo miedo. “me ha llegado la hora de ver”, pensó. cuando sus ojos miraron el mundo - la primera vez fue como la ultima - entonces todo se apagó para siempre.
lunes, 11 de mayo de 2009
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